jueves, 27 de diciembre de 2012

LA HISTORIA DE LOS ILLUMINATI EL CONVENTO MASÓNICO Y LAS DISPUTAS


“¿Quién puede mostrarme la Logia Madre?
Nosotros hemos descubierto que los de Londres
se erigieron a sí mismos en 1717.
Preguntadles por sus archivos.
Os explicarán que se quemaron.
No tienen nada, más que las miserables sofisticaciones
del inglés Anderson y del francés Désaguliers.
¿Dónde está la Logia de York, que pretende ser anterior,
con su Rey Boudin, y sus archivos que él compró en el Este?
Esos también están todos quemados...”
Adam Weishaupt


Siguiendo esa tradición de infiltración, los Illuminati bávaros intentaron infiltrar a la tan citada masonería, siendo el momento cumbre de la estrategia el Convento Masónico de Wilhelmsbad celebrado en 1782. Pero los Illuminati bávaros no sólo no alcanzaron el éxito, sino que el intento provocó su final.

El 16 de julio de 1782, en el Convento Masónico de Wilhelmsbad, varias Obediencias masónicas europeas refundaron los tres grados simbólicos de la masonería y los Illuminati intentaron federar bajo su autoridad a la masonería europea, con el ánimo de culminar su estrategia de infiltración en la masonería, algo imposible en principio por la oposición de los martinistas de Willermoz y la Gran Logia inglesa.

Entonces los Illuminati de Baviera se enemistaron con los martinistas de Willermoz y la Gran Logia inglesa, los cuales los vetaron en sus aspiraciones.

En fin, los Illuminati acusaron a la nueva masonería escocesa rectificada o Rito Escocés Rectificado nacido en el Convento Masónico de Wilhelmsbad de ser una creación de los jesuitas, dato que ya se ha visto en un capítulo anterior, y a los masones de la Gran Logia inglesa de no ser masonería en el sentido estricto de la palabra, por su origen profano y clerical, extremo cierto y también comprobado. Weishaupt denunció a los masones ingleses en sus escritos, con comentarios como el siguiente: “… ¿Quién puede mostrarme la Logia Madre? Nosotros hemos descubierto que los de Londres se erigieron a sí mismos en 1717. Preguntadles por sus archivos. Os explicarán que se quemaron. No tienen nada, más que las miserables sofisticaciones del inglés Anderson y del francés Désaguliers. ¿Dónde está la Logia de York, que pretende ser anterior, con su Rey Boudin, y sus archivos que él compró en el Este? Esos también están todos quemados. ¿Y qué hay del capítulo del viejo Aberdeen y su clerecía sagrada? ¿No encontramos increíble que esas logias masónicas, más ignorantes que todo lo ignorante, abran brechas en la instrucción de nuestros diputados? ¿No nos encontramos con lo mismo en Londres? ¿Y no tenemos a sus misioneros entre nosotros, espiando en nuestros Misterios, ávidos de aprender de nosotros qué es la Verdadera Masonería? Es en vano, por lo tanto, apelar a los jueces; ellos no están donde deben ser encontrados; todos reclaman para sí mismos el cetro de la Orden; todos realmente están en el mismo lugar. Ellos consiguen seguidores, no por su autenticidad, sino porque les conducen hacia el fin que ellos proponen, y por la importancia de tal fin. Ellos son rechazados por los buenos masones, ya que son incompatibles con la felicidad social”.

El motivo de fondo de las disputas entre illuminati, martinistas de Willermoz y masones ingleses fue que, en aquellas fechas, los Illuminati de Baviera ya defendían una iniciación muy alejada de la tradición judeocristiana, es decir, una iniciación luciferiana; una filosofía fundamentada en el materialismo, el ateismo, la razón atea...; y unos planteamientos cercanos al comunismo y al anarquismo, realidad que las Obediencias idealistas y sectarias como la Gran Logia inglesa o los martinistas no podían admitir.

En definitiva, los Illuminati sí infiltraron la masonería en un principio, pero los masones ingleses y los martinistas encabezaron una muy dura oposición que no les permitió llevar a buen puerto la culminación de la estrategia de infiltración masónica en el célebre Convento Masónico de Wilhelmsbad.

Lo ocurrido entonces no fue demasiado beneficioso para los Illuminati bávaros, porque sus enemigos masones y martinistas devolvieron al final sus ataques, provocando ello el triste final de los bávaros. Y tampoco fue beneficioso para el progreso interno de la orden, ya que provocó la dimisión de Adolf von Knigge, el cual descalificó a Adam Weishaupt y le acusó de ser un “jesuita encubierto”. Von Knigge acusó a Weishaupt con las siguientes palabras: “¿Sería yo quien trabajara bajo las banderas de Weishaupt por la humanidad, conduciendo a hombres para ponerlos bajo el yugo de tan pedante tipo? ¡Nunca!”.

El resultado del Convento, en realidad, fue desastroso. Por un lado, los Illuminati se abrieron un frente eterno contra los masones ingleses y los martinistas de Willermoz que acabó con ellos. Y, por otra parte, se abrieron un frente interno, encabezado por el traidor Adolf von Knigge, que terminó ayudando a los enemigos externos.

Adolf von Knigge, masón católico, martinista de Willermoz, terminó traicionando a los Illuminati bávaros en 1782 y abrazando con pasión el cristianismo. Weishaupt, no obstante, acabaría fallando también al final, al regresar al seno de la Iglesia católica, apoyarla y convirtirse en un cristiano fervoroso.

Tanto el caso de Weishaupt como el de Knigge tienen una explicación bastante simple. Los cristianos profundizan y acceden a los grados superiores de los Illuminati, mediante el autoengaño o el disfraz en no pocas ocasiones, y, después, a la hora de la verdad, a la hora de superar el idealismo y abrazar el materialismo, el ateismo…, se vienen abajo algunas veces, incluso habiendo alcanzado altos grados o participado en la fundación de una orden iniciática o en la elaboración de un Rito masónico, como ocurrió en los casos de Weishaupt o von Knigge.

Consumado el fracaso, retoman la sumisión a la deidad de turno que aprendieron de niños o suplen el veneno religioso de la infancia con idealismos de lo más variopinto: el nacionalismo, el culto a ídolos de la música o el deporte, etc. 

A lo dicho cabría añadir que esa tendencia se puede agravar al ser apoyada por la acción externa o contrarrevolucionaria, como la que padecieron los Illuminati bávaros, Adam Weishaupt o Adolf von Knigge. 

En el ámbito de la iniciación y la filosofía, la resistencia está en una aplicación REAL de lo que aprendemos de las formas filosóficas, por supuesto, la Orden Illuminati, la Societas OTO, siendo la primera la sucesora legítima de los Illuminati bávaros, su iniciación y su filosofía materialista, atea…
Dicen que ceder es morir.

LA RUPTURA
Y EL DECLIVE 
En 1783 se produjo la disputa final interna entre von Knigge y Weishaupt, que derivó en el retiro del primero el 1 de julio de 1784.

Más aún, en 1783 los masones ingleses y los martinistas de Willermoz denunciaron en repetidas ocasiones a los Illuminati ante el clero y las autoridades, acción innoble que provocó que se llevaran a cabo interferencias por parte del gobierno bávaro en 1784. Recordemos los panfletos antiilluminati e integristas enviados por los martinistas de Willermoz a los gobernantes bávaros y las bravatas sectarias de Josep De Maistre, el martinista sináquico que es considerado el primer fascista y una de las fuentes de inspiración del fascismo moderno.

Como la actividad de los Illuminati aún continuó, fueron emitidas cuatro proclamas sucesivas contra ellos (22 de junio de 1784, 2 de marzo y 16 agosto de 1785 y 16 de agosto de 1787), en la última de las cuales fue prohibido el reclutamiento para la orden bajo pena de muerte. Estas medidas supusieron el final de la existencia de los Illuminati bávaros en Baviera, y también fuera de ella. Y entonces sólo quedaron los restos de una apasionante aventura que había durado cerca de una década.

En dos cartas dirigidas al Obispo de Freising (18 de junio y 12 de noviembre de 1785), Pío VI condenó a los Illuminati bávaros. El 16 de febrero de 1785, Weishaupt huyó de Ingolstadt, y en 1787 se estableció en Gotha. Sus numerosos escritos apologéticos fracasaron en exonerar tanto a la orden como a sí mismo de los graves acontecimientos ocurridos.

Adam Weishaupt, en ese periodo, escribió varias obras como Una historia completa de la persecución contra los Iluminados de BavieraRetrato del IluminismoApología de los IlluminatiUn sistema mejorado de Iluminismo,Sobre el materialismo y el idealismoPitágoras o el arte secreto de gobernar el mundo, etc.

Siendo entonces cabeza de una numerosa familia, Weishaupt varió sus puntos de vista en materia religiosa y política, volviéndose más sobrio y conservador. Después de 1787, de hecho, renunció a toda conexión activa con órdenes iniciáticas y se acercó a la Iglesia, convirtiéndose en una especie de integrista cristiano y hasta desplegando un celo destacable en la construcción de la Iglesia católica de Gotha. Así se recuerda en documentos de la propia Iglesia católica. Adam Weishaupt murió el 18 de Noviembre de 1830, “reconciliado con la Iglesia católica, a la cual, como joven profesor, había condenado a la muerte y destrucción”, relata la crónica de la parroquia de Gotha.

Es poco conocida esta traición de última hora de Adam Weishaupt a los Illuminati bávaros, su iniciación y su filosofía. Lejos de la traición y el sometimiento a la Iglesia católica, quedaban algunas de las más célebres citas de Weishaupt como el discurso a los grados Iluminados Dirigentes, alocución que debía ser leída en la recepción de ese grado y que decía: “... Esos medios son escuelas secretas del saber, estas fueron en todo tiempo los archivos de la naturaleza y de los derechos humanos, por ellas se elevará el hombre de su caída y los Estados nacionales desaparecerán de la tierra, la especie humana llegará a ser un día una familia y el mundo la residencia de hombres más razonables”. 

Fuera del idealismo histórico, la historia de los Illuminati bávaros es más difícil de escribir y de asumir, no sólo porque hay que realizar un trabajo científico de búsqueda de documentos y datos contrastados, sino porque uno debe admitir incluso los graves errores de los que consideraba sus héroes.


ASPECTOS INTERNOS
Tras repasar la historia de los Illuminati de Baviera, y antes de conocer qué ocurrió con sus restos en Europa y América, conviene realizar un breve apunte final que trata sobre sus interioridades.

El gobierno de los Illuminati estaba administrado por los superiores de las “provinciales”, “nacionales” o “areopagitas” (que constituían el supremo consejo) de Minerva, bajo la dirección de Weishaupt como “general”. 

Los miembros trataban con sus superiores inmediatos, y solamente unos pocos de entre todos ellos sabían que Weishaupt era el fundador y el Gran Maestre de la orden bávara.

En una orden iniciática, es lo normal y no puede ser señalado como dinámica sectaria o manipuladora dentro de una estructura.

Todos los miembros de los Illuminati de Baviera estaban obligados a observar a personas y eventos. Debían reunir información concerniente a todas las personas con las cuales tuvieran relación. Los informes eran sellados y abiertos por los superiores y el general, es decir, Weishaupt. El objetivo de ésta y otras prácticas, más allá del carácter iniciático, era penetrar con influencia en todas las direcciones necesarias. Todos los órganos oficiales -la prensa, las escuelas, los seminarios, las secciones de catedrales (por lo tanto, también, todas las designaciones a sedes, púlpitos y sillas)- debían ser llevados tanto como fuera posible bajo la influencia de la orden.

En una orden iniciática, tampoco lo expuesto denota una dinámica sectaria o manipuladora dentro de una estructura. Esto es así, siempre no obstante que las obligaciones sean admitidas por el iniciado, es decir, siempre que las obligaciones no vayan acompañadas de imposiciones, presiones, coacciones, etc.

Los objetivos últimos, de los Illuminati eran y son hasta la fecha, revelados a los miembros solamente después de su promoción al grado Sacerdote Iluminado, el grado décimo. Los primeros grados servían para el trabajo iniciático y preparación de los altos grados Illuminati, grados que eran los encargados de la nueva revolución que preparaba la orden, en la cual desaparecería la monarquía, la religión, las naciones, la propiedad privada, etc.


Carlos Endara